De la responsabilidad social corporativa al valor compartido

Las empresas en la actualidad necesitan llevar a cabo mucha innovación y cambios para competir y seguir siendo líderes  entre los consumidores. La consabida globalización ha demostrado que mantiene a flote únicamente a aquellas empresas con las competencias suficientes y necesarias para sobresalir en el mercado, y de esta forma posicionarse y convertirse en una empresa rentable y sostenible.

Por otro lado, la imagen de las empresas ante los continuos altibajos económicos en casi todos los países, se ha ido enturbiando y denostando. Ante la sociedad, las organizaciones solo velan por sus intereses y por obtener rentabilidad sin importar mucho lo que tengan que hacer en su proceso, desde afectar al medio ambiente, aprovecharse de productores y trabajadores, hasta sacar el máximo provecho del consumidor y cliente.

Pero el mundo empresarial se ha dado cuenta de que la sociedad empujada por las nuevas generaciones, demanda un cambio en ese modelo de gestión y hoy en día, casi toda organización que se precie, cuenta en su estructura con un área o departamento de Responsabilidad Social Corporativa (RSC), una definición que mitigue la percepción de una supuesta falta de interés empresarial en la sociedad y su entorno por ese desmedido afán únicamente comercial.

Poco a poco la RSC se ha ido rodeando de prestigio con la realización de actividades de voluntariado corporativo y acciones de filantropía destinadas a organismos e instituciones que velan por las causas más desfavorecidas y a la sostenibilidad del medioambiente, apareciendo de este modo como la figura del bienhechor que las empresas necesitaban en su organizaciones. Y hasta aquí, nada que objetar.

Sin embargo y si hacemos un esfuerzo por analizar el servicio que hace la RSC en la estructura de la organización, encontramos que este área a menudo está desprovista de valor para la empresa ya que si bien su finalidad es el apoyo a las causas sociales, pocas veces está relacionada con las actividad empresarial quedándose meramente en actos aislados de solidaridad y altruismo que como mucho repercuten en una supuesta mejora de imagen para la empresa. Por tanto con poco presupuesto y sin voz propia en la organización como para proponer un giro de timón.

Quizás deberíamos de empezar a redefinir el término y concepto de la RSC de manera que su valor sea un equilibrio entre las actividades comerciales y de negocio que contribuyan al crecimiento y la sostenibilidad de la empresa junto a las actividades que favorecen al entorno social, un Valor Compartido de la empresa con la sociedad.

Así, una propuesta a las organizaciones podría ser retribuir al entorno social una parte de los beneficios que obtiene durante las actividades empresariales; toda esa retribución de las empresas para la sociedad se alcanza a través de las propuestas y tareas que la empresa destina para su logro.

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