Todo entorno profesional supone desafíos en la manera en la que te relacionas con los demás. Sin embargo cuando el conflicto surge, conviene tener en cuenta algunas recomendaciones:
– Mantén la calma
Lo primero que debes tener en cuenta a la hora de lidiar con un conflicto, es que suelen escalar rápidamente una vez que se involucran las emociones. Muchos trabajadores tienen dificultades para verbalizar sus pensamientos y se frustran fácilmente y puede incluso dar lugar a violencia. Antes de enfrentar cualquier disputa, tómate un momento para respirar y tranquilizarte. Ordena tus pensamientos y asegúrate de mantener el buen trato.
– Decide cuáles son los resultados que deseas obtener de la disputa
Debes tener claro tus objetivos. ¿Quieres cambiar la manera de pensar de alguien o estás defendiendo tu postura personal? ¿La importancia radica en el asunto del conflicto o en la persona? Si no estás seguro acerca de estos puntos, tal vez ni siquiera deberías involucrarte. Debes determinar si el altercado tiene un fin útil.
– Tienes que estar dispuesto a ceder
No importa quién tenga la razón. Si ambas partes no creyeran estar en lo cierto, el conflicto no se habría producido. Es verdad que muchos sólo se enfrentan contigo porque pueden hacerlo, sin embargo debes saber que no podrás ganar siempre. En ocasiones si quieres alcanzar un acuerdo deberás ceder. No necesariamente debe haber un perdedor, pero a veces tendrás que tragar tu orgullo y ceder para que los demás puedan ganar una discusión.
– Realmente escucha a los demás
¿Cómo puedes intentar solucionar una disputa si no entiendes cuáles son los argumentos de ambas partes? Si no te muestras capaz de escuchar los argumentos de los demás, ¿por qué los demás deberían escuchar los tuyos? Al escuchar podrás comprender la perspectiva del otro. Incluso cuando creas saber qué piensa, tómate el tiempo de escucharlo. La manera más sencilla de resolver un conflicto es llevando al otro a comprender tu manera de ver las cosas, no indicándole qué hacer.
– Evita los ataques personales
Jamás insultes al otro. Piensa del modo que lo hace un político que quiere conseguir votos. Si los atacas o cuestionas su inteligencia mediante ofensas jamás se adherirán a tu causa. Para conseguir simpatizantes necesitas generar respeto y eso se gana, no se exige.
– Desvincúlate del resultado
Sin importar qué tan bien hayas argumentado tu causa, siempre existe la chance de perder la disputa. En ocasiones tendrás que aceptar el fracaso y alejarte. Una buena manera de resolver un altercado sin tener que admitir la derrota es aceptar las diferencias. Esto significa aprender a vivir con las diferencias, dejando el resentimiento de lado.
– Una vez que se haya terminado, olvídalo
Es importante no tomar los altercados demasiado a pecho. Lo que no te mata, sólo te fortalece. Este conflicto no cambiará tu manera de ver el mundo, no vale la pena darle vueltas al asunto.
Y es que a pesar de todo también el conflicto puede ser provechoso, pues:
– Sin conflicto no hay avance. Esto lo saben muy bien los autores de ficción. El conflicto es el alma y el punto de partida de toda buena historia. Trasladado al ámbito empresarial, el conflicto es la chispa que enciende la innovación. Un revés en las ventas, la pérdida de un cliente importante o una salida abrupta de personas clave puede provocar que la organización abandone sus rutinas y se reinvente.
– Ayudan al desarrollo de equipos y procesos. Un conflicto es como una bofetada. Saca a la gente de golpe de la autocomplacencia y hace que empiecen a cuestionarse el statu quo de las cosas. Puede hacer que entiendan aquello que antes no entendían o que se atrevan abordar las cuestiones de otra manera.
– Amplia el foco. Los profesionales suelen estar tan centrados en sus tareas y prioridades individuales que no tienen tiempo para nada más. El surgimiento de un conflicto suele tener el efecto de que corrige esa mirada miope, de tal manera que son capaces de contemplar la realidad de su organización con una perspectiva más amplia.
– Hacen aflorar talento oculto. Todo conflicto implica un incremento en los niveles de estrés y algunas personas sacan lo mejor de sí mismas en estas situaciones. Puede suceder que empleados que en circunstancias de normalidad, por el rol que han asumido, permanecerían en un segundo plano, den un paso el frente ante el conflicto y se hagan visibles de forma positiva para el resto de la empresa.
– Incrementan la adaptabilidad. Son como una vacuna. Superar un conflicto permitirá tanto a las personas como a las organizaciones afrontar con mayor entereza y capacidad de respuesta las siguientes situaciones delicadas que se les presenten. Sirven para desdramatizar.
– Aumentan la cohesión interna de los equipos. Algunos conflictos, sobre todo si se trata de cuestiones personales entre compañeros, deben ser abordados. Pasa como en las familias. Son conversaciones difíciles pero que no conviene eludir porque pueden enquistarse e ir a peor. Se tratan y se intentan resolver de la mejor manera posible, tanto para sus protagonistas como para el equipo. El resultado suelen ser equipos más cohesionados y alineados.
– Pueden desaparecer por sí solos. No en todos los casos abordar abiertamente los conflictos es la mejor solución. A veces, la propia naturaleza de la situación hace recomendable dejarla dormir, porque tiende a desaparecer por si sola o a cambiar de aspecto con el tiempo. ¿De qué sirve enfrentarse con un compañero con el que no estamos en sintonía cuando sabemos que en unas semanas va a ser trasladado a otro departamento?
– Hay conflictos necesarios. El conflicto necesario es aquel que debe suceder para que tras él surja algo nuevo y positivo. Para ello, todas las partes implicadas deben entender, idealmente ya desde sus etapas iniciales, que su objetivo es trabajar juntas para resolver ese conflicto y que ese trabajo conjunto les llevará a un lugar mejor. En ese momento el conflicto se convierte en cooperativo.
– Y otros que no lo son. Muchos conflictos empiezan con las partes aduciendo razones diferenciadas y terminan con las partes mostrando emociones diferenciadas. En ese momento, cuando se deja al lado la razón y predomina la emoción, el conflicto se convierte en un grave problema.
– El objetivo de todo conflicto es su resolución. Nunca el bloqueo. Para ello, conviene enfrentarse a él no como posiciones enfrentadas, sino como intereses diferentes que es necesario conjugar. Desde esa posición, el objetivo será llegar a acuerdos de intereses. Para ello, será imprescindible evitar conductas que no contribuyen a la resolución del conflicto como un lenguaje agresivo, la descalificación o el excesivo ‘yoismo’.
Recopilado de fuentes diversas