ODS vs ODM

A menudo escuchamos hablar de la Agenda para los Objetivos de Desarrollo del Millenio (ODM) y últimamente de Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) pero cabe la duda de si hablamos de lo mismo o de cosas diferentes.

A continuación las diferencias:

Sostenibilidad. La nueva hoja de ruta pone en el centro una cuestión que había permanecido en un segundo plano: el modelo actual es insostenible. Para garantizar la vida y los derechos de las personas y el planeta tierra, el modelo a seguir tiene que ser sostenible.

Equidad. Los ODM se basaban en promedios nacionales y no contaban con la realidad de las comunidades más vulnerables y alejadas. Los ODS tienen en cuenta más parámetros que reflejan mejor la realidad.

Universalidad. Mientras los ODM trabajaban las metas solo en los países en desarrollo, los ODS establecen que todos los problemas están interconectados y hay que abordarlos desde todos los países.

Compromiso. Ahora, los ODS comprometen a todos los países del mundo. Esto significa que el Gobierno de España tendrá que aplicarlos en sus políticas internas, y por lo tanto debemos exigírselo a nuestros representantes políticos.

Alcance. Frente a los 8 ODM, ahora tenemos 17 ODS con 169 metas a alcanzar incluyendo por primera vez cuestiones fundamentales como el empleo digno o el cambio climático.

En resumen, sostenibilidad, equidad, universalidad, compromiso y alcance son los rasgos diferenciadores por los que esta Agenda de Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) apuesta, una oportunidad única de ciudadanía global para construir un mundo sostenible para todas las personas.

Se buscan Pioneros para los Objetivos de Desarrollo Sostenible

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecen una visión clara para un futuro sostenible y abren la puerta a una nueva era para las empresas. Pacto Mundial busca Pioneros en los ODS; personas que contribuyen a alcanzar uno o más de los ODS, mientras que también contribuyen al éxito empresarial.Un grupo de selección externo de stakeholders que representan a los sectores público, privado y sin fines de lucro seleccionará a los candidatos e identificará hasta diez Pioneros en ODS. Los ganadores de esta promoción serán anunciados y conocidos en el Leaders Summit de Global Compact que se celebra el 21 de septiembre de 2017 en Nueva York. Recibirán visibilidad y reconocimiento durante todo el año por sus esfuerzos y logros en el avance de los ODS.

En 2016 se eligió la primera promoción de los Pioneros, edición en la que se recibieron más de 600 candidaturas de 100 países. Global Compact seleccionó a diez Pioneros en ODS de diversas regiones del mundo que mostraron cómo las empresas pueden ser una fuerza para el cambio positivo.

La búsqueda de la promoción 2017 de los Pioneros se acaba de abrir y las personas u organizaciones pueden presentarse hasta el día 26 de mayo. Este año se introducen novedades, que hacen referencia a los candidatos elegibles y al modo de concurrir. Las formas de optar a convertirse en Pionero en ODS pueden partir de dos tipos de candidaturas:

  • Autocandidaturas. Si quieres postularte a ti mismo, hazlo a través de este link.
  • Nominar a otra persona. Se pueden señalar a personas de cualquier nivel de la organización, a través de este link.

Global Compact entiende los Pioneros en ODS como personas que trabajan en cualquier nivel de una empresa y están haciendo un trabajo excepcional a la hora de emprender acciones en temas de desarrollo sostenible a través de su propia empresa o movilizando otras empresas para hacerlo. Miembros de las organizaciones del Pacto Mundial a nivel internacional de cualquier nivel son elegibles para este distintivo. Esto incluye a empleados de empresas firmantes del Pacto, miembros de la junta directiva o de filiales de estas empresas.

La empresa y su obligada contribución a la mejora social

Según conclusiones aportadas por el Barómetro Edelman de Confianza 2016, nos indica que el 80% de los encuestados acerca del valor de la reputación y los intangibles en el contexto económico actual afirman que una compañía debe contribuir a una mejora de las condiciones sociales y económicas del entorno donde opera, además de sus propios beneficios económicos.

Estableciendo una comparativa a modo individual, las personas interactuamos unas con otras y reconocemos una serie de acciones y comportamientos que nos transmiten sensaciones tan humanas como la confianza, lealtad, honestidad o el espíritu de pertenencia. Las compañías y organizaciones no están exentas de dichas valoraciones y juicios por parte de sus consumidores, inversores y accionistas, adquiriendo de tal forma dicha “capacidad humana”.La gestión por parte de los consejos de administración y directivos de la citada capacidad, y su información a través del denominado reporting no financiero, se antoja clave en el desarrollo de las empresas en un contexto económico en el cual se demanda una mayor responsabilidad empresarial.

Fuente: KPMG

Empleo par jóvenes en riesgo de exclusión

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Como sabemos, los colectivos juveniles más vulnerables y en riesgo de exclusión social, tienen mayores dificultades para acceder al mercado laboral. Jóvenes con altas tasas de abandono escolar, menores niveles de estudio y con alta temporalidad en sus contratos. Jóvenes que, sin perspectivas de acceder a un empleo, quedan lamentablemente condenados a unas elevadas probabilidades de hacer crónica su situación de exclusión.

El Observatorio Empresarial contra la Pobreza ha centrado su investigación del 2016 en el desarrollo de radiografía de las causas y efectos del desempleo juvenil y de cómo la empresa, en coordinación con otros actores, puede contribuir de manera eficaz a mitigar los altos índices de paro juvenil con los que cuenta España.

En este informe además, se analizan en particular las brechas y barreras existentes para los jóvenes más vulnerables desde el punto de vista de la demanda laboral (tales como políticas de recursos humanos, consecuencias de las últimas reformas políticas laborales llevadas a cabo en materia de empleo), así como desde el punto de vista de la oferta laboral, (aquellas que inciden en la educación y formación, empleabilidad y en el emprendimiento y autoempleo). Además, el informe destaca además el papel que determinadas entidades sociales desempeñan para favorecer la empleabilidad de los jóvenes más vulnerables y la importancia que tiene el apoyo integral de las empresas en estos procesos.

Finanzas y Valores

La educación financiera tiene que incorporar los valores de la sociedad en la que vivimos, para incluir aspectos referidos a la responsabilidad del ahorrador, la sostenibilidad del destino que se le da a nuestro dinero, la financiación de proyectos respetuosos con el medio ambiente, con los derechos humanos, la transparencia en la información, la RSC de las empresas, etc.

La cultura financiera tenemos que entenderla de esta forma y estar a disposición de los formadores y del público en general el material necesario para adquirir estos conocimientos, siendo conscientes de que es una labor de todos y que solo con el esfuerzo y el apoyo de todos se lograrán dar pasos positivos en algo que es tan fundamental como la educación financiera.

Marcas y Responsabilidad Social

La reputación es tarea principal del departamento de Comunicación, pero afecta a toda la empresa, desde el recepcionista al director general. No vale hacer RSC de boquilla, de la de decorar la memoria corporativa. Hay que mojarse. En el mundo actual y al que vamos, ganarán aquellas empresas más comprometidas con la sociedad, aquellas que sean capaces de engranar sus objetivos con fines sociales y perderán las que solo son amigas de recibir contratos a dedo y demás empresas centradas en gustar más a los gobiernos que a los consumidores y ciudadanos.

Todo apunta a que tendrán ventaja en los próximos años aquellas marcas que generen valor compartido, apoyando a las organizaciones en su visión de negocios, que crezcan y promuevan el desarrollo en base al respeto a un código de conducta basado en valores, a las personas y al medio ambiente contribuyendo con esto a la sostenibilidad y competitividad de la organización.

En resumen, aquellas marcas que sepan conectar mejor el éxito de las empresas con los avances de la sociedad y se den cuenta de que gestionar principios es además fuente de mejoras y beneficios empresariales conseguirán hacerse con clientes, proveedores y empleados convertidos en «fans» capaces de atarse a ellas.

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Responsabilidad Social, una asignatura aún pendiente

La rentabilidad económica, la sostenibilidad y la responsabilidad social son compatibles y están ya en el ADN de muchas empresas, dando respuesta a una nueva generación de consumidores que exigen empresas competitivas a la par que responsables.

No es suficiente con el lavado de cara que pretendían hacer algunas empresas bajo el concepto de la RSC ya que, cada vez más, los consumidores compran valores y no productos. Nuestra sociedad ha empezado a exigirle a las empresas y a los gobiernos un comportamiento ético, premiando a las firmas con valores compartidos por el conjunto de la sociedad, pero únicamente si también son competitivas en calidad y en precio.

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El VALOR SOCIAL, ese intangible

Si bien el valor de una empresa se mide en gran parte por la contabilidad, sistema creado por el franciscano Luca Paccioli en el ya muy lejano 1494, en donde se asientan valores concretos y materiales de las transacciones monetarias y financieras, es posible considerar que ese valor de la empresa está empezando a tomar en cuenta factores intangibles que también suman

En retrospectiva, tal vez en los últimos 20 ó 25 años y de manera creciente, se han ido agregando aspectos que antes se desdeñaban o simplemente ignoraban por considerarse que no daban ninguna aportación; y por otra parte, algunos que se manejaban como vitales o muy importantes han comenzado a perder valor.

En el primer caso se encuentran factores eminentemente humanos, concretamente son la confianza, la ética y todo lo relacionado al compromiso social; en otras palabras, el valor de una empresa ya no es solamente los activos fijos o las inversiones monetarias, aspectos que se han ido desvalorizando en gran medida por los cada vez más rápidos avances tecnológicos.

Por esto que hemos visto en el pasado reciente, es ya un hecho que el valor de una empresa está cada vez más ligado en mucho por la forma como es percibida por la sociedad en general, por los inversionistas en particular, y primordialmente por su grado de compromiso con sus grupos de interés, ya sean proveedores, personal y clientes.

Esa percepción se refiere concretamente a los aspectos antes mencionados como la confianza y el compromiso social principalmente, estos temas primordialmente generan algo llamado Valor Social, valor que ha venido adquiriendo más importancia con el paso de los años, y que ni siquiera era considerado en los libros de administración o economía en el siglo pasado.

Este Valor Social que no aparece en el estado de resultados ni tiene ninguna partida contable, y que es algo intangible, también suma o aumenta el valor monetario de cualquier organización. Esto que ya se empieza a ver con cierta naturalidad, puede ser considerado como algo distorsionado, es decir: ¿Cómo algo intangible puede aumentar el valor monetario de la empresa?

Tal vez esto se deba a que ahora ya se ha empezado a revalorar ese compromiso social y la responsabilidad que surge de este compromiso. En retrospectiva nuevamente, durante muchos años que abarcan siglos, lo material y su valor en dinero fue y todavía sigue siendo el paradigma imperante, pero, aspectos como la confianza que no pueden ser vistos de manera tridimensional, de alguna manera indirecta puede ser vista de manera concreta a través de la forma como es reconocida y aceptada una organización a través de sus ventas por ejemplo, o bien por el valor monetario que le otorgan los inversionistas. Algo similar sucede con el compromiso social.

Ese compromiso social considera además de la responsabilidad como antes se mencionó, también la aportación por parte de la misma empresa de los valores que maneja en su operación como la ética, y que son asimilados por la sociedad en general a través de sus grupos de interés.

De forma optimista, es posible que estemos entrando en una época en que lo social sea lo primordial y no solamente lo monetario.

Fuente: Ecologíasocial

Empresa y personas discapacitadas

De un tiempo atrás se detecta un paulatino cambio de mentalidad en la cultura corporativa de las empresas al hecho de que las nuevas generaciones con discapacidad se planteen un futuro profesional en el que puedan trabajar, rompiendo la anacrónica tradición que relaciona a la persona con discapacidad con la inactividad y la dependencia, pasando por una nueva legislación más eficiente.

Sin embargo las siguientes razones que justifican la baja participación:

– Falta de programas educativos específicos que garanticen la formación igualitaria de las personas con discapacidad.

– Carencia de recursos para la búsqueda de empleo. En muchos casos, las personas con discapacidad encuentran barreras adicionales en su búsqueda de trabajo: desconocimiento, dificultades de comunicación, comprensión, etc. Necesitan apoyos adicionales para enfrentarse al proceso de buscar trabajo y encontrarlos no siempre resulta sencillo.

– Barreras en las empresas en forma de temor a contratar a personas con discapacidad, en la mayor parte de los casos por desconocimiento, falta de experiencias previas o estereotipos obsoletos que asocian a la persona con discapacidad con menor productividad.
Estas barreras en el tejido empresarial, muchas veces se trasladan a la propia persona con discapacidad, repercutiendo negativamente en su autoestima y, por tanto, mermando su intención de trabajar.

– Un sistema de prestaciones que, si bien en muchos casos es necesario para garantizar unos ingresos mínimos, en otras ocasiones puede promover la inactividad de personas que sí cuentan con competencias para el empleo.

Aún es largo el camino por recorrer pero lo importante es continuar apoyando en todos los frentes para que progresivamente este colectivo maravilloso pueda incorporarse a las plantillas de las empresas.

De la responsabilidad social corporativa al valor compartido

Las empresas en la actualidad necesitan llevar a cabo mucha innovación y cambios para competir y seguir siendo líderes  entre los consumidores. La consabida globalización ha demostrado que mantiene a flote únicamente a aquellas empresas con las competencias suficientes y necesarias para sobresalir en el mercado, y de esta forma posicionarse y convertirse en una empresa rentable y sostenible.

Por otro lado, la imagen de las empresas ante los continuos altibajos económicos en casi todos los países, se ha ido enturbiando y denostando. Ante la sociedad, las organizaciones solo velan por sus intereses y por obtener rentabilidad sin importar mucho lo que tengan que hacer en su proceso, desde afectar al medio ambiente, aprovecharse de productores y trabajadores, hasta sacar el máximo provecho del consumidor y cliente.

Pero el mundo empresarial se ha dado cuenta de que la sociedad empujada por las nuevas generaciones, demanda un cambio en ese modelo de gestión y hoy en día, casi toda organización que se precie, cuenta en su estructura con un área o departamento de Responsabilidad Social Corporativa (RSC), una definición que mitigue la percepción de una supuesta falta de interés empresarial en la sociedad y su entorno por ese desmedido afán únicamente comercial.

Poco a poco la RSC se ha ido rodeando de prestigio con la realización de actividades de voluntariado corporativo y acciones de filantropía destinadas a organismos e instituciones que velan por las causas más desfavorecidas y a la sostenibilidad del medioambiente, apareciendo de este modo como la figura del bienhechor que las empresas necesitaban en su organizaciones. Y hasta aquí, nada que objetar.

Sin embargo y si hacemos un esfuerzo por analizar el servicio que hace la RSC en la estructura de la organización, encontramos que este área a menudo está desprovista de valor para la empresa ya que si bien su finalidad es el apoyo a las causas sociales, pocas veces está relacionada con las actividad empresarial quedándose meramente en actos aislados de solidaridad y altruismo que como mucho repercuten en una supuesta mejora de imagen para la empresa. Por tanto con poco presupuesto y sin voz propia en la organización como para proponer un giro de timón.

Quizás deberíamos de empezar a redefinir el término y concepto de la RSC de manera que su valor sea un equilibrio entre las actividades comerciales y de negocio que contribuyan al crecimiento y la sostenibilidad de la empresa junto a las actividades que favorecen al entorno social, un Valor Compartido de la empresa con la sociedad.

Así, una propuesta a las organizaciones podría ser retribuir al entorno social una parte de los beneficios que obtiene durante las actividades empresariales; toda esa retribución de las empresas para la sociedad se alcanza a través de las propuestas y tareas que la empresa destina para su logro.